Dependiendo de la miel que utilices y la cantidad de jarabe que vayas a hacer, puedes simplemente revolver ambos ingredientes hasta que la miel se disuelva sin necesidad de calentarlo en una olla. Para facilitar la disolución de la miel utiliza agua tibia.
La mayoría de recetas utilizan la versión 3:1 de este jarabe. Si no sabes cuál de los dos quieres hacer, o si una receta no especifica qué proporción está siendo utilizada, asume que es la 3:1.
Se utiliza el jarabe de miel en vez de miel regular porque es más fácil de verter. Además, no se cristaliza apenas entra en contacto con el hielo.
La miel no necesita refrigeración y puede básicamente mantenerse fresca para siempre. No obstante, el jarabe de miel sí necesita refrigeración. Añadir agua permite el desarrollo de microorganismos y bacterias, entonces asegúrate de mantener tu jarabe de miel en la refrigeradora.
Ten cuidado de no calentar la miel artesanal o no pasteurizada más allá de 36°C / 97°F, dado que esto hará que pierda sus sabores particulares. Si utilizas miel pasteurizada (básicamente la que encuentras en un supermercado), ésta ya ha pasado esas temperaturas durante el proceso de pasteurización, entonces ni te preocupes.
